viernes, 28 de octubre de 2011

Vino y diseño gráfico. Gran maridaje!

Hace unos días, cruzando tweets, Pilar me recordó el fantástico y original diseño de las etiquetas del vino Matsu. “Actualmente hay etiquetas fantásticas”, comentamos. Eso me hizo pensar en escribir cuatro líneas sobre el tema y adjuntar algunos ejemplos de diseño que me han gustado. Vaya por delante que hay muchísimas etiquetas que podríamos destacar pero hoy me he acordado de estas.



La evolución

Cuando tenemos un producto que vender el envoltorio siempre ha importado pero la verdad es que si hablamos de vino, la revolución en el diseño de etiquetas ha dado un vuelta de tuerca espectacular en los último años.
Hace tiempo existía mucha diferencia de calidad entre los vinos del mercado. En aquella época lo que vendía el producto, principalmente era si estaba bueno. Las etiquetas eran más conservadoras y seguían un patrón similar.



Siempre encontramos alguna excepción como el Milflores que siempre ha tenido una presentación que llama la atención.



Con la profesionalización del sector y os avances en la técnica y la pasión de los hombres que elaboran el vino, las calidades se han ido unificando, para mejor. Por lógica, si hay mucho producto de calidad, la influencia del márquetin, diseño y otras técnicas de seducción al comprador han adquirido mucha importancia. Esa puede ser una de las razones de la evolución en el packaging del sector. Algunos ejemplos

Aplicación de artes gráficas menos explotadas como el cómic.



Utilización de documentos externos al mundo del vino como una tarjeta d’embarque desde el lugar de origen del producto.



O etiquetas en las que puedes escribir con quien compartes el vino y la ocasión.



Los vinos de autor

El concepto de vino de autor también es relativamente moderno y se refiere a los vinos que reflejan la personalidad de su creador. Son elaboraciones que se desmarcan de los cánones que marcan las denomiaciones de origen y que juegan con combinaciones de uvas y crianzas muy personales. Ante un producto así está claro que el “vestido” que se pone ha de ser también muy personal. Ejemplos:

El elaborador El escocés errante hace vino en Calatayud. Todavía recuerda cuando fue cazado por la Guardia Civil. Os lo imagináis…



Una pequeña bodega de una de las zonas con futuro, l’Empordà, ganó un premio Laus de diseño con esta etiqueta diseñada con artículos de periódico de cada momento.




Los eternos

Quizá por lo que comentamos al principio de este tostón, los grandes clásicos no cambian. Su principal activo es la solera, la tradición, la manera de elaborar y entender el vino que los ha encumbrado en la cima de los clásicos. Por ello seguimos viendo, y algunos privilegiados, catando, este tipo de etiquetas.



No todo acaba en la etiqueta

Claro que no. La botella también esta ahí, no? Por eso hay elaboradores que han buscado la diferenciación de su producto en el cristal. Antes las botellas eran todas iguales. Ahora existe un catálogo cada vez más utilizado.

La vuelta a la clásica bordelesa de Dinastía Vivanco.



La absoluta originalidad de los vinos producidos por un maestro de la imagen Francis Ford Coppola



O la botella/ánfora del cava Kripta de Agustí Torelló Mata que solo se puede dejar en la cubitera.


Vaya, que el diseño es una parte viva y más que activa en el mundo del vino, y a mi, que queréis que os diga, me encanta porque hace que pueda pasear por las vinotecas casi como si estuviera en un museo.







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